Aulas Heterogéneas
- Mirian Villani
- 26 dic 2023
- 5 Min. de lectura

Al reflexionar sobre el enfoque de aulas heterogéneas resulta interesante porque ve en la diversidad una oportunidad un valor para aprender más y mejor. El docente debe modificar los recursos, metodologías, tiempos y espacios atendiendo a la diversidad del aula y comprendiendo el contexto cultural y social en el que cada estudiante se halla situado.
Uno de los objetivos del enfoque de aulas heterogéneas es desarrollar la autonomía del estudiante para que pueda generar saberes significativos conectándolos con los anteriores. Para ello la clave es darle a elegir distintas metodologías de trabajo. Implementar el mismo nos demanda la flexibilidad como dispositivo, no sólo en el diseño didáctico, sino también en la distribución de tareas y la organización de los recursos. La clave es ofrecer al estudiante diferentes propuestas de trabajo, diversificadas, con opciones posibles que respeten la trayectoria y acompañen el proceso de aprendizaje con diferentes andamiajes.
Como bien se sabe, este enfoque exige una mirada de la educación en su conjunto, es bueno poder replantearse otro modo de mirar, pues es una manera diferente de pensar el aprendizaje, para dar respuesta a las necesidades educativa de los estudiantes.
Cuando se trata de pensar en la currícula - este enfoque- permite que los contenidos básicos sean trabajados por todos, desde la apertura de diferentes opciones, ampliación o profundización de los mismos, acorde a las necesidades e intereses de los estudiantes.
También es importante descubrir que el enfoque no es exclusivo para el trabajo de grupos pequeños o estudiantes con bajo rendimiento o con NEE. El foco está puesto en la tarea que tiene que realizar el estudiante, brindando opciones, monitoreando a través de la figura del docente con un seguimiento y acompañamiento activo en el proceso de aprendizaje. Una tarea de baja complejidad no paraliza, puede llegar a ser interesante porque se relaciona con un interés o necesidad del estudiante que la lleva a cabo. En todo esto va el tema del seguimiento y el contemplar la diversidad de trayectorias que tenemos al frente, pues se trata de diseñar la clase atendiendo a estos parámetros que permitan el avance y la autonomía creciente de los estudiantes.
Hay cosas que pueden estar quedando en el tintero, como es el tema de la evaluación, también aquí el enfoque cobra vigor porque la misma debe permitir retroalimentar al estudiante sobre sus debilidades y fortalezas.
Al trabajar con este enfoque se requiere revisar los espacios institucionales, porque será necesario un uso flexible del espacio, tiempo y agrupamiento que supere la homogeneidad instalada en el sistema educativo y a la que se acostumbra.
Generar estas condiciones de igualdad y educabilidad, forma parte de la educación inclusiva de calidad, es un derecho y se debe buscar las formas, recursos y procedimientos, cambiar los modos de pensar que son los principales obstáculos a la hora de garantizar este derecho; debiendo recordar siempre que esto no es algo que hace porque somos buenos, es parte de un deber y un derecho ciudadano.
Y para continuar la argumentación, es posible presentar lo que dice al respecto
David Perkins (1) quien sostiene que el reto de la educación es el desarrollo del pensamiento. La misma debe contribuir a que los estudiantes desplieguen las disposiciones necesarias que les permitan adoptar una postura activa en sus aprendizajes. Esto significa que tengan la capacidad de responder a un problema con un repertorio amplio de opciones. Se insiste, ello no significa diseñar tantas actividades como estudiantes se presenten en un aula, sino adecuarlas a la zona de desarrollo próximo, intereses, inquietudes.
Para completar el análisis, es posible acudir a los aportes de Camillioni (2004) quien plantea la posibilidad didáctica de trabajar con estilos de aprendizajes, ello serviría de ayuda para no encasillar al estudiante como alguien con limitaciones, flojo o lento si se quiere un real compromiso en el verdadero avance en cada uno de ellos.
La forma de diseñar las actividades es pensando en las opciones, con quién trabajar, el modo de agrupamiento, el producto final. Esos son los aspectos que pueden elegir. Porque pensar en la diversidad como valor humano nos lleva a entender que diversificar y atender a la heterogeneidad implica en pensar en estilos de aprendizajes, intereses, niveles de pensamientos, experiencias y contextos diferentes.
De esta forma, el enfoque nos invita a pensar que el estudiante pueda elegir el tipo de actividad, el modo de trabajo y la producción final, ello propicia la autonomía al tomar decisiones sobre su proceso de aprendizaje. También, de nuestra parte, contemplar la flexibilidad de espacios, tiempos, agrupamientos, recursos.
Y, por último, sería importante no pasar por alto una lectura impactante y es de José Contreras Domingo (2). Hay cosas que todavía no se están planteando muy bien del todo, y el autor hace ver la diversidad como modo de percibir la singularidad de cada persona, dejar nacer esa expresión de identidad, no obstaculizarla.
No nos detuvimos a pensar en esto que dice el autor sobre la auténtica relación educativa, que se da en el marco del percibir la singularidad de cada uno, que cada cual siga su propio proceso, por ello se debe reconocer y aceptar que cada uno manifieste su identidad, la desarrolle y ponga en juego la singularidad. Reconocer las diferencias es reconocer los diversos caminos por lo que los estudiantes muestras nuevas posibilidades en sus trayectorias. Y en esa relación, es bueno que exista el diálogo educativo, preguntar, mirar, ofrecer, sugerir, invitar, proponer desafíos, para que inicien nuevas experiencias, probar nuevos lenguajes y pensamientos.
Por ello la necesidad de educar la mirada para no percibir al estudiante como un déficit, verlo desde la carencia, en lo que circula en los discursos escolares. Desarrollar la comunicación podría ser un buen paso para construir esa cercanía que se nos escapa, ese misterio que no podemos captar del todo y corresponde a cada estudiante, por ello también para nosotros educar la mirada, la sensibilidad, poder captar lo valioso que hay en cada estudiante, forma parte de la humanidad del acto educativo. Podemos empezar pensado que la dificultad que experimenta el estudiante a lo largo de su trayectoria no es su problema sino nuestro problema y ahí está el sentido de involucrarnos para avanzar juntos en la tarea educativa.
Generalmente ante lo disruptivo podemos manifestar fastidio y vemos todo lo negativo del estudiante, sería importante comenzar a pensar en lo qué sí pudo hacer, qué puede, cuáles son sus fortalezas, qué nos comunica en su hacer o no hacer, en lo que dice y en lo que calla.
Sería interesante que podamos pensar por qué ese estudiante me limita en mi respuesta, por qué lo veo como flojo o lento, quizás sean preguntas retóricas pero bien pueden plantearse. Implica sacarnos las máscaras del buenismo, lo políticamente correcto y demás formas de hipocresías que de alguna manera u otra encierran una única respuesta que es la indiferencia, en nombre de la tolerancia, que equivale a decir en muchos casos, te tolero pero no voy a hacer nada por vos.
Para continuar pensando.
Mirian Villani