¿Qué leer y qué escribir en la escuela?
- Mirian Villani
- 25 dic 2023
- 5 Min. de lectura

Molinari Maroto presenta un modelo sobre la organización del texto referido a una consideración sobre el aprendizaje del sujeto como receptor activo que integra los nuevos conocimientos a sus estructuras cognitivas previas. El aprendizaje de un texto se lograría al usar la información provista por el texto unida a los conocimientos anteriores, para inferir nuevos hechos o resolver nuevos problemas.
Por otra parte, han sido los estudios sobre memoria los que resolvieron el problema sobre la estructuración y organización de los textos escritos. Predican que la comprensión de los contenidos cognitivos de un texto escrito dependen no sólo de las estructuras previas del sujeto cognoscente, sino también de la propia estructura de los contenidos. Es decir, existen algunas tipologías textuales que afectan a los procesos y estrategias que utiliza el lector en la comprensión, un ejemplo de ello lo constituye la diferencia entre la prosa narrativa y la expositiva. La primera requiere menos esfuerzo para su comprensión y retención que la segunda, la cual demanda un nivel mayor de abstracción que obliga a aplicar todos los recursos cognitivos, convirtiendo su lectura en una tarea compleja.
Unas de las teorías que más han aportado a este campo de la comprensión y memoria de textos ha sido la de Kintsch y la unidad de análisis proposicional que desarrolló; la misma sufrió notorios cambios con la colaboración de Van Dijk, quien dentro de la línea de la lingüística textual centrada en lo comunicacional, incorpora aportes de la semántica generativa, la ciencia cognitiva y la pragmática. Propone una perspectiva en la que se pueden analizar los textos distinguiendo tres niveles: sintáctico, semántico y pragmático. Además asigna tres niveles de comprensión: nivel superficial, nivel de la base del texto, y el modelo de situación.
Un acercamiento a este modelo sería Van Dijk. En primer lugar diferencia entre microestructura del texto (la base del texto formada por proposiciones) y la macroestructura (la representación semántica del significado global del texto). El modelo de ambos autores explica los procesos cognitivos para la comprensión de un texto mediante la aplicación de operadores, llamados macrorreglas, a la microestructura de un texto. Las macrorreglas reducen y organizan la información de la microestructura de un texto, describiendo los mismos hechos desde un punto de vista más global. Estas macorreglas -omisión, selección, generalización y construcción- se aplican bajo el control de un esquema que representa los conocimientos y propósitos del sujeto e impide que la macroestructura se convierta en abstracciones o generalizaciones sin significado. A este esquema Van Dijk lo llama superestructura, la cual será fundamental en la comprensión y la producción de un nuevo texto.
Dado el problema que plantea Cortés y Bombini, acerca de la apertura de la escuelas hacia las diversas tipologías textuales, lleva a indagarse sobre las nuevas maneras de leer y escribir que debe proponer la escuela ante la incorporación de diversas clases de textos.
El modelo de procesamiento de Kintsch y Van Dijk es de gran importancia desde el punto de vista pedagógico y da respuesta al problema anterior, pues permite instalar una forma de leer que tenga como propósito descentrar el plan del texto, ya que no todos los textos que transitan socialmente responden a un esquema fijo (por ejemplo, aquellos que circulan en el ámbito administractivo, judicial, periodístico, comercial). Da lugar para que sea plausible desentrañar el plan del texto, es decir, investigar cómo está organizado su contenido para dar cuenta del tema: cómo lo presenta, lo desarrolla y de que modo lo cierra. Este tipo de análisis se convierte en una estrategia didáctica interesante al vincular las operaciones de lectura y escritura: Lograr que los estudiantes desarrollen sus conocimientos conscientes en torno a la planificación como una de las fases del proceso de escritura (pasar de el “decir conocimiento a transformar el conocimiento“) puede constituirse en una estrategia interesante cuando tienen que enfrentear el problema de elaborar sus propios textos.
Volviendo al modelo anterior, dentro del nivel semántico se analizan las relaciones de significado que se establecen a través de las secuencias de oraciones y los elementos implícitos o explícitos que se expresan a través de conectores. (Se abre así un proceso de comprensión llamado nivel superficial del texto: mediante la identificación de palabras y detectar las estructuras sintácticas, se extrae el significado de las oraciones individuales. La comprensión de palabras y oraciones se hace a través de nexos de diferente índole; de esta manera el texto es percibido y representado en la memoria como una estructura coherente). La coherencia además de ser una propiedad reconocida en un texto, es una actividad por medio de la cual el lector le asigna significado y función; en este sentido, la comprensión del texto no depende sólo de la información pronunciada por éste, sino de la intervención el lector con los conocimientos previos que ha almacenado en su memoria y que se activan durante el proceso de lectura, esto constituye un proceso inferencial.
Este aspecto conforma el segundo nivel denominado comprensión de la base del texto, en el que se distingue dos nociones ya mencionadas. En primer lugar la microestructura, que corresponde a la compresión de todos y cada uno de los segmentos del texto, realizando vínculos entre ellos por medio de las relaciones de cohesión y coherencia. En segundo lugar, la macroestructura que consiste en la comprensión global del texto; aquí se seleccionan los elementos de mayor importancia conceptual de la microestructura.
Las conceptualizaciones aportadas por el modelo de Kintsch y Van Dijk conforman un marco interesante para diseñar estrategias de lectura y escritura, ya que otorga a los saberes que van más allá del texto una preponderancia central en el desarrollo de las competencias de comprensión lectora y de producción escrita. Para que los estudiantes le asignen sentido a un texto no es suficiente que comprendan el significado de las palabras y oraciones que lo conforman, sino que puedan completar lo que el texto como mecanismo perezoso no explicita realizando inferencias sobre la base de los conocimientos previos. Esto llevaría a situarse en el tercer nivel, el de mayor comprensión llamado el modelo de situación. Aquí el texto se enriquece con el aporte de nueva información y el conocimiento previo que se modifica al incorporar la información del texto. En conclusión: en esta instancia tanto la información del texto como el conocimiento se transforman.
La formulación de hipótesis, el desarrollo de actividades en torno a estrategias de reformulación (borrado, inserción, sustitución, desplazamiento), de invención e investigación de otros textos, la ampliación del corpus literario, la incorporación de nuevos textos como desafío constante desde el punto de vista cultural y de la comprensión, son parte de algunas estrategias que es plausible desarrollar con los estudiantes para que puedan enfrentarse el desafío no sólo de la comprensión sino también la interpretación y producción de textos cada vez más complejos.